sábado, 1 de septiembre de 2012

éxtasis

Me despierto sin saber si ha sucedido o no, preguntándome que es lo que hace para que esta puta realidad se asemeje tanto a mis mejores sueños eróticos.
No sé si será la forma en la que baja de mi cuello hasta las ingles rozándome con besos como pequeñas pinceladas a un lienzo o la sutileza con la que sus dedos tientan mis clavículas y empieza a besarme lentamente, como si supiera que le dedicaría mil horas solo por volver a sentir sus caricias por mi espalda. No se nada, solo que termino confundiendo su sudor con el mio y que cada escalofrío es por su culpa.
Y así me paso las noches, tirada pensando en que hoy podría ser mi día de suerte y quizás vuelva a dejar su saliva por mi piel mientras me agarra y zarandea como un león hambriento.
En esto si soy clara y directa porque en sus ojos rojos se refleja el instinto caníbal hasta que me contagia su locura y terminamos fundidos en uno, jadeando como animales... y yo, yo en pleno éxtasis solo soy capaz de arañar su espalda y morderle a punto de explotar.
Ni siquiera un 1 de Enero, desnuda, en pleno centro de Madrid a las 3 de la madrugada sería capaz de enfriar el infierno interno que me provoca.

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